La culpa es un sentimiento limitante, paralizante.
Cuando nos regañan por hacer algo que está mal, cuando nos juzgan por lo que hacemos o dejamos de hacer, la respuesta inmediata es la de protegernos, contraatacar o simplemente encerrarnos en nuestra burbuja, insensibilizándonos a todo lo que venga del exterior.
Las conversaciones en torno al cambio climático casi siempre inciden en todo lo que estamos haciendo mal. Coger el coche está mal, comer carne está mal, ir en avión está mal... El derroche de agua, vivir en una casa con un elevado gasto energético, consumir energía no renovable, comprar ropa, usar plásticos, no reciclar, utilizar envases no biodegradables, usar un coche de gasolina... la lista sigue y sigue.
Todo son "nos", y lo más frustrante es que los cambios que implicarían son muy difíciles de asumir para la mayoría de las personas, puesto que requieren una transformación radical en su forma de vida, un cambio tan grande que da miedo, y da miedo especialmente porque nadie (en los medios de comunicación de masas) habla de una alternativa.
Hay que dejar de ser un consumidor y pasar a ser... ¿qué? No está muy claro. No nos han enseñado a ser otra cosa. El camino que va de ser una persona "normal" más, que trabaja en algo corriente a cambio de un salario para pagar sus necesidades y entretenimiento, a ser un agente activo del cambio hacia un mundo mejor, es muy confuso. No está señalizado, está lleno de maleza y no sabes lo que te espera al otro lado del oscuro bosque.
Hace poco mi amiga Ania y yo (Marta) fuimos a una exposición sobre la emergencia climática en el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea de Valencia (CCCC). La exposición era increíble, abrumadora y un prodigio artístico. Todas las paredes de una enorme sala habían sido tomadas por los artistas y usadas como lienzo para expresar diversos aspectos de esta crisis global en la que estamos inmersos. Se mostraban bosques en llamas, el deshielo del Ártico, la vorágine consumista, el problema del cultivo con pesticidas, el plástico que ahoga nuestros mares...
Cuando salimos de allí, teníamos un gran peso en el corazón. El mismo peso que experimentamos al ver documentales bellísimos de David Attenborough sobre una naturaleza sublime que parece que (si no cambian las cosas) tiene los días contados.
En el curso de permacultura que estamos haciendo, Frances, una de las profesoras, nos dio una clase fantástica sobre la crisis climática y las diversas estrategias que propone la permacultura para afrontarla.
Algo que se nos quedó grabado fue que cuando a la gente le dices todo lo que no tiene que hacer, todo aquello a lo que tiene que renunciar, lo que provocas es un sentimiento parecido al de ese niño al que los padres le dicen "no" todo el rato, que se esconde, se avergüenza, se frustra e incluso se rebela. "Pues voy a hacer lo que me da la gana, porque total..." y así es con nuestra sociedad.
Nos han dicho que “no” a tantas cosas, sin alternativas reales que vayan a la raíz del problema, que nos sentimos frustrados e impotentes, y el sentimiento de culpa nos hace mirar hacia otro lado. Así solo alimentamos la rueda del consumismo desesperado y desengañado.
En nuestra búsqueda personal de cómo vivir de forma más acorde con nuestros valores y principios, intentando estar más en armonía con la Tierra, pasamos primero por una etapa de desesperanza. ¿No hay nada que podamos hacer? Si los gobiernos y las corporaciones no cambian su manera de producir, consumir, relacionarse con las personas, con el medio y con los otros seres, parece que no va a haber manera de impedir la catástrofe. ¿Qué puede hacer una sola persona, o incluso una minoría concienciada contra “el Sistema”?
Por el camino hemos encontrado algunas respuestas que, aunque son parciales, por ahora nos satisfacen. Una de ellas es la acción positiva. Como nos compartía Frances en clase, existen muchas cosas que “sí” podemos hacer, que podemos usar para afirmar positivamente nuestra convicción como custodios y protectores de la Tierra.
Ahí va una lista muy pequeña, por si a alguien le puede inspirar: acelerar la restauración del suelo ("No hay suelo malo, sino mal manejado"), plantar semillas de árboles, cuidar de un huerto urbano (o un pequeño espacio en el balcón), compostar los restos de comida, comer más alimentos de origen vegetal, compartir el coche, comprar a granel, ir al mercado o pedir una cesta directamente al agricultor o a una cooperativa, colaborar en una asociación que ayude a las personas o a preservar ecosistemas, participar en proyectos educativos (sobre medio ambiente, reciclaje, consumo consciente, salud mental, alimentación saludable...), cuidar de los niños o de las personas mayores, ofrecer nuestro acompañamiento a los que sufren o incluso escuchar a un amigo.
Hemos incluido actividades que no tienen que ver directamente con la regeneración física de la Tierra, pero que sí son cosas positivas para la humanidad en general. La clave es sentir que nuestro esfuerzo tiene una huella positiva en el planeta, una huella de cualquier tipo, no solo ecológica. Sirve cualquier cosa que mejore la vida de las personas y nos encamine hacia un mundo más consciente, respetuoso y genuinamente feliz.
“Si no disfrutas de poner en práctica tus principios, lo estás haciendo mal”
No se trata necesariamente de dejar de hacer ciertas cosas o de hacerlas menos. El cuidado de la Tierra y de todos los seres que habitan en ella es un sentimiento profundo que nos arraiga y da sentido a nuestra vida. Es algo que nos da una auténtica sensación de propósito, y privados de ello, nos encontramos sin rumbo, somos fácilmente manipulables, y dejamos que el entretenimiento alivie nuestro dolor y sensación de vacío.
Pero si llegamos a conectar con un propósito más grande y permitimos que este nos guíe en nuestro día a día, la felicidad que encontraremos será mucho mayor que cualquier momento pasajero de placer que podamos encontrar con los actos cotidianos de consumo.
Ver lo que sí podemos hacer nos empodera, nos devuelve al lugar que pertenecemos como miembros de la comunidad, nos da herramientas. Frente a la culpa de todo aquello que deberíamos dejar de hacer y que, por el motivo que sea, ahora no podemos, está la responsabilidad de lo que sí está en nuestra mano. Quizá sea una cosa relativamente pequeña, pero será algo tuyo, auténtico, que nutrirá al mundo tanto como te nutrirá a ti.
En la exposición del CCCC nos hubiera gustado ver algo más que un espejo de la realidad. Sin duda es necesario visibilizar la catástrofe que se avecina, pero si no se proponen soluciones, si no se muestran las alternativas, todo lo que se consigue es alienar y desesperar más a la población.
Además de esos espejos, lo que necesitamos con urgencia son visiones de un mundo mejor y los pasos que podemos dar aquí y ahora para llegar hasta él. Nos inspiran la permacultura, la ecología profunda, el ecofeminismo, la sociocracia, la acción directa, las ecoaldeas, las redes de transición, el budismo... y muchas otras perspectivas e iniciativas que nos regalan una manera diferente de entender nuestro lugar en el mundo y de relacionarnos con él.
“Todos tenemos una responsabilidad, porque cada día que vivimos ejercemos algún impacto sobre el planeta. Podemos elegir qué tipo de impacto vamos a hacer. Y si millones de personas toman decisiones éticas cada día, incluso las más pequeñas, eso conducirá al cambio y finalmente lo imposible se habrá convertido en posible y cambiaremos el mundo” (Dr. Jane Goodall en el documental MILKED)
Sin embargo, el objetivo (tal como lo vemos nosotros) no es cambiar el mundo. Ese es un objetivo enorme para una sola persona y la falta de resultados puede desesperarnos casi tanto como sentir que no podemos hacer nada. Se trata de cambiar nuestra relación con el mundo. Restaurar nuestro rol como guardianes de la Tierra, el sentimiento de gratitud por todo lo que tenemos, el sentido de la maravilla por lo asombroso que es vivir en este planeta tan bello y frágil.
Soltemos la culpa.
Descubramos lo que sí podemos hacer, como individuos y como colectivo y hagámoslo.
Un abrazo,
Andreu y Marta
PD: Si se os ocurren más maneras de aportar en positivo al mundo, dejadnos un comentario y las añadiremos!