(Escrito por Andreu, con algunos añadidos de Marta)
Sospecho que la autoestima “buena” es como una carrera de fondo, pero con una meta tan lejana que no llegamos a divisar; lo que más necesitas es resistencia. Cada uno en su vida avanza lo que puede, y cuando te mueres, como mucho, puedes contar los pasos que diste, pero aún te quedan muchos kilómetros más en el horizonte.
Esta autoestima no es lo mismo que el orgullo o la vanidad, no piensa que seamos mejores que los demás, pero tampoco peores. No se basa en compararte con el otro, sino en ser amable contigo mismo y perdonarte los errores, y es la que te hace tener empatía por tu “futuro yo” y tomar decisiones pensando en él.
Hubo un tiempo en el que cuando salía de una sesión de terapia que me había ido bien, pensaba en todo lo que había mejorado con los años y lo inconsciente que había sido hasta entonces, "madre mía, qué pollo", me decía a mí mismo, "ahora sí que llevo las riendas de mi vida". En ese momento realmente pensaba que ya había mejorado lo suficiente, pero mientras más veces me pasaba, más me daba cuenta de que esa sensación siempre era igual y que iba a ser así el resto de mi vida.
Creo que el crecimiento personal/espiritual es algo que, al ritmo de cada uno, nos va pasando a todos, y que tarde o temprano, en esta vida o en las siguientes, acabaremos en el mismo punto, así que no tiene nada de especial darte cuenta de las cosas que todos acabarán viendo.
Inspirado por la relación complicada que está pasando un amigo, escribí la carta que me hubiera gustado recibir hace años, antes de empezar mi terapia. Y como al final nuestros problemas no son tan diferentes, le pasé esta carta a unos amigos más y también me lo agradecieron, así que, con la esperanza de que pueda servir a alguien más, he decidido publicarla.
Carta a Andreu del pasado
Andreu, estoy escribiendo sin brújula y no sé a dónde voy a llegar, pero siento que esto te puede venir bien y quizá, con suerte, pueda ahorrarte algunas sesiones de terapia. :)
En las relaciones, todo lo que crees que hay construido es una ilusión, una falsa seguridad. Si sientes que vale la pena aguantar, pero no eres feliz, estás en una cárcel con los barrotes de colores.
Y si lo que te preocupa es todo lo que has construido hasta ahora, lo que he descubierto con el tiempo es que en realidad las relaciones no van de eso. Lo importante es cómo tú te sientes en ellas. No se trata de los años que hayas vivido con la otra persona, sino de la comprensión, la complicidad y la oportunidad de crecer juntos.
Ahora, con la distancia y con lo que he aprendido, veo que solo me importaba estar con alguien que me quisiera, aunque no estuviera a gusto, porque yo no me quería a mí mismo. Mi ánimo casi siempre dependía de si la otra persona estaba bien o estaba mal. Ella era lo único que daba sentido a mi vida, porque mi vida, independiente de ella, no era nada.
Siempre has sido de dejarte llevar, de intentar no hacer daño a nadie y de llamar poco la atención. Entiendo que estés hecho un lío, y sé que hacer daño es lo último que deseas, pero ¿qué te parece si te digo que tiene solución, y que esa solución es algo que, a la larga, va a hacer que todos estén felices, pero a corto plazo va a desmontar tu forma de pensar y de ver la vida? Sé que ahora no parece muy atractivo, pero merece la pena.
Todo pasa por construir una autoestima sana, que se basa en estos tres puntos:
Amor hacia ti mismo.
Amor en cada una de tus acciones.
Confiar en que los demás harán lo mismo por ellos mismos.
Tal y como estás ahora, no sé si te parecerá más difícil la primera o la última. Desde luego, ninguna es fácil, pero te adelanto que a día de hoy sigo trabajando la primera y empiezo a sospechar que no tiene fin, pero necesitas conocer unos básicos ya:
Eres la única persona que puede garantizarte que va a estar contigo el resto de tu vida.
Necesitas estar bien para poder hacer bien a los demás.
Habrá paz a tu alrededor en la medida en que haya paz en tu interior.
No hay nada externo que pueda medir tu valía; ni las cosas que tienes, ni el dinero que ganas, ni lo que piensen, ni lo que digan de ti.
Lo único que importa es lo que tú crees.
Y a esto vamos, tú ahora crees que no vales nada, y aunque no hay nadie tan crítico como uno mismo, lo tuyo se pasa de castaño oscuro. No hay derecho a ver cómo te machacas cada vez que fallas o algo no sale como esperabas, no eres justo contigo mismo.
Cuando no sepas si estás siendo justo contigo mismo, pregúntate, ¿qué le dirías a un amigo que hubiera hecho lo mismo?, o mejor, ¿qué te diría tu mejor amigo?, y esta es la clave, tratarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo te va a cambiar la vida, porque si tú no te tienes compasión, ¿por qué la iban a tener los demás contigo? Aunque te suene raro, no eres consciente de todo lo que vales.
Y pasamos al segundo punto: poner amor en cada una de tus acciones sirve para no arrepentirse de nada y que, decidas lo que decidas, puedas dar la cara, dando explicaciones si quieres darlas. Pero aquí viene el giro del guion, ¿qué pasa si estas acciones implican "hacer daño" a otras personas, o peor, a personas a las que quieres?
Y para esto está el tercer punto, creo que el más difícil en tu situación actual (luego verás que te sale casi sin pensar), y es confiar en que las demás personas son capaces de ser felices por sí mismas. "Confiar en la grandeza de su alma", como dice mi terapeuta. Entender y creer que cada uno de nosotros somos capaces de seguir adelante pase lo que pase, que no nos hace falta la pena ni la caridad de nadie para continuar.
Imagina a un amigo que sabes que desde siempre ha querido estudiar política (por poner algo), pero antes de poder decidir la carrera, descubre que su padre odia a los políticos y decide no estudiarla. ¿Por qué los pensamientos del padre deberían arrastrar al hijo?, ¿por qué deberían tener más valor? ¿No le dirías, como amigo, que hiciera lo que a él más le apeteciera? El problema es que si el hijo se pone por debajo, lo que piense su padre siempre será más válido que lo que piense él. Y, por otro lado, ¿qué pasaría si el hijo decidiera estudiar política igualmente?, ¿seguiría el padre odiando a todos los políticos?
Cuando priorizamos los deseos de los demás, estamos poniéndonos por debajo del otro y sacrificando los nuestros propios. A lo mejor estás pensando que qué más da si tus deseos no son tan importantes, ¿no?
Con esto volvemos al primer punto, a trabajar tu amor propio y a empezar a valorar tus pensamientos y deseos. Tus necesidades y deseos son tan importantes como los de los demás, ni más ni menos, porque eres igual de valioso que los demás.
Cuando me digo a mí mismo que "lo que yo pienso no es tan importante" me gusta imaginarme como un niño teniendo una rabieta, rodando por el suelo, y a la vez imagino otra parte de mí como un abuelito de pelo blanco mirando al niño con compasión y pensando, "algún día te darás cuenta de lo que vales". Ese tipo de paciencia vas a estar cultivando en los próximos años.
Las relaciones no van solo de amor o de pasión, las relaciones son para crecer. Una pareja debería ser como tu mano derecha para tu mano izquierda. Una buena pareja es la que no te necesita para ser feliz, que es grande aunque no estés, que cuando estáis juntos te fortalece y juntos sois más grandes y llegáis más lejos. Una buena pareja es la que te anima también en los buenos momentos, es a la que no tienes miedo de contarle nada, aunque le vaya a hacer daño, porque la verdad es más importante y confías en que ella también quiere lo mejor para ti y haría lo mismo.
Y, por otra parte, ¿cuánto tiempo puede durar una relación por pena? ¡Ojalá que poco! Ese tipo de relaciones no hacen bien a ninguna de las dos partes, se mantienen solo por miedo y no por amor.
Esto no va de lanzarlo todo por la borda, sino de pensar qué es lo que realmente quieres, y confiar en que los demás son suficientemente fuertes para afrontar tus decisiones, porque ellos son perfectamente capaces de tomar las suyas. No eres más importante que nadie, pero tampoco eres menos.
El miedo no va a llevarte a ningún lado. Tampoco te digo que lo sueltes todo y te lances al vacío, pero sí que revises si las decisiones que tomas te están encadenando más de lo que quieres y si estás donde quieres estar.
En resumen, empieza por ti. Por quererte, por respetarte, por confiar en ti mismo y tomar tus propias decisiones. Y junto con eso, confiar en que los demás son también capaces de lo mismo.
Te queda un largo camino, pero incluso el viaje más largo empieza solo con un paso. He de decir que siento que sigo sin ser un buen ejemplo de quererse a uno mismo, pero sí reconozco que he dado muchos pasos en esa dirección, y lo que me ha ayudado todo este tiempo han sido esos tres pilares de los que te he hablado: amor hacia ti mismo, amor en cada una de tus acciones y confiar en que los demás harán lo mismo por ellos mismos.
Espero que esta carta te pueda aportar algo de luz en un momento oscuro de tu vida, y recuerda que está bien pedir ayuda.