¿Sirven para algo el arte y la belleza?
Un ancla para un mundo obsesionado con la eficiencia
Dedicado a todos los artistas que alguna vez han dudado de si su arte sirve para algo, especialmente en estos tiempos que corren. ¿Qué bien puede hacer el arte? ¿Qué propósito tiene la belleza? Inspirado por
en Los segundos sublimes.Solemos pensar que la belleza (y por extensión el arte) es algo secundario, o incluso superfluo.
Hubo un tiempo en que nosotros mismos dudábamos de que dedicarnos al arte fuera útil. Escribir, hacer música, pintar… son todas ocupaciones que ocupan mucho tiempo y parecen tener poco impacto "ahí fuera", sobre todo si no somos uno de esos artistas famosos que llegan a multitudes. Hay asuntos urgentes que podrían beneficiarse mucho más de nuestra energía que el acto de crear belleza, una belleza que además muy pocos llegarán a ver, seguramente.
¿Qué sentido tiene hacer arte en un mundo abocado a la crisis?
Además, con tantos problemas como hay en el mundo hoy, que algo sea “feo” es prácticamente lo de menos.
Por feo nos referimos a los polígonos industriales, las barriadas y urbanizaciones de edificios todos cuadriculados e iguales, los anuncios estridentes, la sustitución de los espacios verdes por hormigón…
Dicen que la belleza está en los ojos del que la mira, y aunque hay una parte de verdad en esto, conocemos a pocas personas que se emocionen con la arquitectura de las iglesias modernas, que podrían pasar por edificios de oficinas.
Hay belleza y Belleza. La Belleza con mayúscula nos provoca la misma sensación sublime que un atardecer en la playa o el Apolo y Dafne de Bernini.
Esa sensación sublime nos conecta con la grandeza y el misterio de la vida. Nos hace apreciar el regalo de estar vivos.
La belleza es el alimento del alma, y podríamos decir que tal y como muchos vivimos hoy en día, nuestra alma está seriamente desnutrida.
¿Cuántas veces nos sentimos abrumados por la Belleza en nuestro día a día? ¿Cuántas veces nos paramos a escuchar los pájaros, ver las nubes pasar y las ramas mecerse en el viento, contemplar una puesta de sol, saborear un plato cocinado con amor (o cocinarlo nosotros con amor), admirar la diversidad de las personas con las que nos cruzamos por la calle? ¿Cuántas veces nos dedicamos un rato para leer poesía, escuchar música plenamente o tocar aunque nadie nos oiga?
Seguramente menos veces de las que nos gustaría. Vamos deprisa y corriendo de una cosa a la otra, midiendo nuestra vida en función de todo lo que hemos logrado (y siempre quedándonos insatisfechos).
El opuesto de la belleza no es la fealdad, es la eficiencia.
Para crear algo bello necesitamos dedicarle más tiempo del que es estrictamente necesario. Por lo tanto, no es eficiente. Y si no es eficiente, no produce tanto como requiere el sistema. No podemos detenernos a crear belleza en lo cotidiano porque nos tiraniza la necesidad de ser rápidos, prácticos, productivos.
Producimos mucho, pero carece de alma. Solo hay que comparar una máquina de coser actual con una Singer con sus grabados y relieves dorados, sus patas de hierro forjado, su mesa de madera maciza…
El mundo está desequilibrado hacia la acción y se olvida de la contemplación. Pasamos deprisa por los lugares y las tareas, sin prestarles casi atención, absortos en pensamientos del ayer o del mañana.
La belleza nos ayuda a entrar en la contemplación. Y en la contemplación, cuando acallamos todo, es donde aparecen la inspiración y la magia. La contemplación nos lleva a la acción correcta, independiente del barullo externo, alineada con nuestros valores más profundos.
Sin la belleza y ese estado al que nos transporta, dejamos de apreciar la vida. Los días se vuelven monótonos; las personas, insulsas; los proyectos, solo un medio para un fin.
Y si no lo apreciamos, no lo cuidamos. No vemos la necesidad.
En cambio, cuando amamos un paisaje, una ciudad, a una persona, una obra de arte, un bosque… algo dentro de nosotros se vuelca en protegerlo y en aportar a su belleza.
La belleza invita al cuidado y a más belleza. Nos contagia del amor hacia la vida.
De hecho, podríamos decir que es nuestra desconexión con la belleza la que está provocando el descuido con el que tratamos nuestro entorno.
El movimiento ecologista moderno necesita mucho más que números y estadísticas para movilizarnos. Necesita despertar en nosotros el amor.
Y para ello no hay nada como acercarnos a la naturaleza y apreciar su belleza. Cuidamos el planeta no porque si no lo hacemos va a ser malo para nosotros y nuestros hijos, sino porque lo amamos.
También el arte juega un papel aquí. El arte en todas sus expresiones.
El arte es un acto de devoción hacia la vida. Esa es la definición que da
. Una obra de arte es algo hecho mejor de lo que necesita hacerse, por ningún motivo práctico o cuantificable. Por amor al arte, por amor a la vida.Sin embargo, hemos separado el arte y la belleza de las creaciones de nuestro día a día.
No hay tiempo para la belleza porque hay que sacar ese producto, construir ese rascacielos, escribir ese artículo, cocinar ese plato de macarrones. Hacerlo más bonito de lo que es estrictamente necesario impacta en las ganancias proyectadas. O simplemente no hay tiempo, ¡hay tantas otras cosas que hacer!
Cuando secuestramos el arte y lo relegamos a museos, lo apartamos de la vida corriente. Y al endiosar al artista, impedimos que las personas corrientes expresemos nuestra devoción.
La belleza y el arte deberían ser la manera natural de relacionarnos con el mundo. Para todos nosotros, no solo para los artistas, y para el día a día, no solo para ocasiones y lugares especiales.
En la película de Tolkien (2019) hay una escena que a Marta le pone los pelos de punta.
(Spoilers, pero no si conocéis su biografía no lo serán, y en cualquier caso la peli merece la pena con o sin spoilers)
Tolkien está hablando con la madre de Geoffrey sobre su hijo, que ha muerto en la guerra, y los poemas de este, que no llegó a publicar.
—Me preguntaba, con su permiso, si tal vez podría intentar publicar un volumen de sus poemas —dice Tolkien.
—¿Sus poemas? —dice la madre de Geoffrey.
—Creo que él... era realmente muy talentoso.
—Me gustaría que la gente lo conociera. Pensé que tal vez yo podría escribir el prólogo.
—No sé, yo... Tengo la inclinación de decir que no, Sr. Tolkien.
—Era realmente muy bueno. Creo que es importante.
—Solía apreciar la poesía. A veces me preguntaba si ahí es donde Geoffrey... Lo siento, no puedo ver qué bien podría hacer.
—Haría un bien extraordinario. Por favor, créame.
—Nunca conocí a Geoffrey tanto como hubiera querido. ¿Fue feliz? Por favor, dígame. ¿Conoció el amor?
—Era huérfano cuando llegué a King Edward's. E incluso al principio, incluso... antes de ser amigos, Geoffrey era gentil. Amable. Creo que, de todos los que conocí, fue la persona... Fue la persona que más encarnó lo que significa amar. Y ser amado. Verdaderamente eso es... Por eso es tan importante. Por favor... perdóneme, pero pregunta usted... qué bien podría hacer, y los... poetas, los escritores... o lo que nuestro arte podría hacer. No puedo pensar en nada más necesario. Especialmente en tiempos como estos. Especialmente ahora.
Artistas de toda clase: poetas, escritores, fotógrafos, músicos, pintores, bailarines, actores, ceramistas… y también diseñadores, arquitectos, redactores, cocineros, psicólogos, djs, jardineros, contables, administrativos, obreros, maestros… cread belleza en lo que sea que hagáis.
Es importante. No hay nada más necesario. Especialmente en tiempos como estos, especialmente ahora.
¿Te ha resonado esto que contamos? ¿Qué piensas de la belleza? ¿Cómo te hace sentir? ¿Creas belleza en tu día a día?
Gracias por leernos,
Andreu y Marta
PD: En O Couso (newsletter agosto 2022), una de las primeras comunidades que visitamos, una de las tareas diarias tenía que ver con embellecer el lugar. Era considerada de igual importancia que arreglar una puerta rota o cocinar. Quienes realizaban la tarea "artística" se sentían felices haciéndola, transportados de nuevo a la infancia, y quienes veíamos el resultado nos sentíamos felices también de vivir en un lugar así, donde había flores, cuadros y espacios limpios y ordenados para sumirnos plenamente en la contemplación.
Uau, chicos, muchas gracias por la mención; es emocionante saber que mis newsletters inspiran cosas tan bonitas a la gente.
Me ha gustado vuestra reflexión, porque también pienso que el arte es una de las mejores maneras (quizá la más verdadera) de relacionarnos con (y entender) el mundo.
Un saludo.
pusieron en palabras algo que siempre ronda mi cabeza pero no lograba aterrizar. crear belleza en lo cotidiano para amar la vida 🤍 me encanto!