Nuestros conflictos internos, según IFS
Una vía de comprensión y sanación de nuestro sistema interior
Los conflictos internos desde el punto de vista de Sistemas de la Familia Interna (IFS, Internal Family Systems). Cómo mediar en nuestro interior para alcanzar una paz duradera y liderar nuestra vida desde el Ser. Te recomendamos también la newsletter anterior, IFS es la psicología regenerativa que necesitamos.
Todos tenemos conflictos internos.
No siempre somos conscientes de ellos ni identificamos a todos los bandos implicados, pero lo que sí somos conscientes es de cierta incomodidad frente a algunos temas.
Un ejemplo de conflicto interno común es el que se da entre una parte de nosotros que quiere descansar y jugar y otra que exige que nos organicemos, que hagamos más cosas, que avancemos.
El conflicto entre el "hacedor" y el "vividor", entre el tener y el ser, entre la dopamina (motivación por algo a futuro) y la serotonina (disfrute del presente).
En la mayoría de personas que conocemos, y en nosotros mismos, domina el hacedor porque nos han enseñado que hay que hacer "cosas" para llegar a "algo". Hay otros en quienes domina la vividora, llevándoles a la pasividad y al letargo.
Pero hay una tercera vía, que es la que comprende y libera a ambas partes de sus cargas, que las convierte en aliadas en vez de dueñas y señoras de nuestra vida.
Te vamos a compartir la historia de Miguel (nombre ficticio), que esperamos que resuene contigo. Quizá te ayude a entenderte mejor o a entender a las personas que te rodean.
Nuestro amigo Miguel tiene desde que lo conocemos un problema con los videojuegos. Cuando abre un juego, nunca es solo una partida. El juego le absorbe completamente y le deja sin energía para nada más, y después de varias horas o días enganchado, decide no volver a tocar una pantalla nunca más.
Esta estrategia le funciona durante un tiempo. Cuando el problema son los juegos, decide atajar por lo sano y no tener más relación con ellos. Cuando son las redes, se las desinstala todas. Hace lo mismo con las series, y con cualquier cosa que desencadene en él una espiral de adicción, incluso cierto género de libros.
Hoy en día hay tantas cosas diseñadas para tenernos enganchados. Explotan las vulnerabilidades de nuestro cerebro al máximo, por lo que les echamos toda la culpa a ellas, pero lo cierto es que solo son una parte del problema.
El velcro no engancha por sí solo. Hace falta, por un lado el gancho y por otro el bucle.
Eliminada la fuente de la adicción, nuestro amigo Miguel vuelve a ser productivo, tacha muchos ítems de la lista de tareas y se siente satisfecho…
Solo que, en realidad, tampoco así se siente satisfecho.
Quizá os haya pasado alguna vez (o muchas), que pese a que habéis estado todo el día haciendo cosas, os acostáis pensando en todas las que aún faltan por hacer. Nunca es suficiente. Incluso si el día tuviera 48 horas y no pararais de trabajar, probablemente no llegaríais a esas metas que os habéis propuesto.
El hacedor nunca está satisfecho.
Y hay otra parte en nuestro interior que tampoco lo está. Es esa parte que nos pide parar y disfrutar del presente, dejar de hacer tanto, ser más. Ver un atardecer, escuchar música, jugar con tu mascota, estar tirados en el sofá con nuestra pareja, leer poesía... Y echar una partida a un juego, por qué no.
Le propusimos a Miguel probar una sesión de IFS. Ya conocía cómo funcionaba, había hecho un poco por su cuenta y se mostró dispuesto.
Le pedimos que observara dónde y cómo se manifestaba ese conflicto interno en su cuerpo.
Encontró enseguida a la parte hacedora. Aparecía como una tensión en el estómago. Era grande y poderosa, iracunda, siempre exigiendo más de él. Estaba decepcionada por las muchas veces que había caído en comportamientos autodestructivos, aislándose del mundo durante días y sin responder a sus obligaciones. Esta parte trabajaba muy fuerte por bloquear a la otra, la que quería simplemente disfrutar.
Con razón, porque cuando la parte vividora tomaba el control, no lo soltaba fácilmente. Reprimida durante semanas o meses, cuando por fin podía expresar sus necesidades se llevaba a Miguel como un tornado, y cuando la tormenta pasaba Miguel se encontraba exhausto y muy lejos de cualquier lugar conocido.
El daño que causaba la parte vividora era palpable. Miguel se pasaba días tirado, cuidándose poco o nada, dejando de lado todos los buenos hábitos que había instaurado tan duramente.
Cuando todavía fumaba maría, la extensión y la duración del daño era aún mayor, porque la vividora se servía de la energía de la planta para mantener a Miguel en ese estado semi comatoso.
Miguel decidió que no quería eso en su vida y le dio todo el poder a la hacedora.
Pensó que si dejaba la marihuana primero y los videojuegos y otras distracciones después, el conflicto estaría resuelto, pero lo cierto es que siempre reaparecía de una u otra forma.
Como suele pasar en los tratamientos médicos convencionales, damos pastillas que bajan el colesterol pero no abordamos el estilo de vida que causa la enfermedad cardíaca. Resolvemos el problema del colesterol, pero después aparece una diabetes o un cáncer. El cuerpo se expresa hasta que queramos escucharlo.
La mente también se expresa. El conflicto interno es una de las formas que tiene de hacerlo.
Cuando observamos el conflicto desde IFS, vimos que la parte hacedora tenía una voz muy demandante. Nada de lo que hacía Miguel era suficiente. Le llevaba a exigirse más y más en el trabajo y en los estudios, a tener la casa ordenada y limpia, a ayudar a sus padres y sus abuelos, a no decepcionar a sus tíos, a sacar adelante aquel proyecto de que llevaba años postergando… Y aun en los mejores días, cuando todo lo que hacía era “de provecho”, esta parte no se sentía satisfecha.
Cuando le preguntamos por qué hacía lo que hacía, nos dijo que para que Miguel llegara a algo en la vida. ¿A ser qué? Alguien de éxito. ¿Y qué era el éxito? Ganar dinero, ser dueño de su vida. ¿Y no lo era ahora?, ¿no tenía acaso un trabajo bien remunerado, una casa en propiedad, estabilidad y proyección de futuro? Sí, pero no era suficiente. Tenía que tener una empresa propia y ser su propio jefe. ¿Y entonces podría descansar? No, entonces tendría que trabajar aún más para que la empresa creciera.
No había un fin a las exigencias. El éxito y la felicidad siempre estaban en el siguiente peldaño, pero la escalera era infinita.
¿Y qué pasaría si no llegara a “nada” en la vida? Entonces sufriría. ¿Y si ya estaba sufriendo? ¿Y si siguiendo las órdenes de la hacedora, su vida era monótona y agotadora, siempre produciendo y nunca disfrutando de los frutos cosechados?
La parte hacedora calló.
Entonces escuchamos a la parte vividora.
Esa parte solo quería que parara por un rato. Que dejara de ser una máquina y se permitiera disfrutar.
Estaba muy frustrada porque estaba tapada la mayor parte del tiempo, y por eso cuando Miguel le abría tan solo una rendija, entraba con toda su energía reprimida y abría las puertas de par en par al caos y a la gratificación inmediata.
Hasta ahí, supongo que muchos de nosotros podemos ver y reconocer a esas dos partes en nosotros. Quizá no hayamos pensado en ellas como partes independientes, sino como tendencias o impulsos. IFS prefiere tratarlas como entidades mentales, como subpersonalidades independientes, porque parece ser lo más efectivo.
Pero una de las cosas más interesantes de IFS es que no toma a las partes como entidades estáticas, ni confunde a las partes con las cargas que llevan.
La mayoría de nosotros creemos que solo hay dos vías.
O bien aceptamos el conflicto en nuestro interior y nos dejamos llevar por la parte que esté al mando en ese momento, o bien favorecemos a una y reprimimos duramente a la otra, como nuestro amigo Miguel.
Pero ¿y si hubiera una tercera vía?
Una vía que ve el conflicto como una puerta que se abre para que conozcamos nuestro sistema interior y desarrollemos nuevas relaciones con él.
Una vez entramos dentro, podemos dialogar con nuestras partes y conocer las cargas que llevan. Es más, podemos ayudarlas a librarse de esas cargas, traumas y creencias arraigadas en muchos casos desde la infancia, cuando éramos más vulnerables.
Cuando se liberan las cargas, las partes dentro de nosotros se transforman. Dejan de ser tan críticas, reactivas y demandantes. Confían en nuestro Ser y su liderazgo. El conflicto se atenúa hasta, en muchos casos, llegar a desaparecer.
Según IFS, muchos problemas psicosomáticos son provocados por partes que intentan llamar nuestra atención.
Como curiosidad, Miguel tiene alergia a los gatos desde que tiene memoria. Aunque no es muy fuerte, cada vez que entra en nuestra casa no tarda en llegar el estornudo de rigor. Durante la sesión, decidió taparse los ojos con una máscara de dormir para poder concentrarse mejor. Mientras tanto, los gatos decidieron sentarse en el sofá, y durante la hora y media que estuvo Miguel allí, no hubo un solo estornudo más. Aún más raro, la semana siguiente estuvimos en otra casa con gatos y tampoco tuvo ningún síntoma. No podemos decir que su alergia se haya solucionado definitivamente, pero desde luego algo raro ha pasado. Os contaremos en próximos episodios.
La tercera vía, que propone IFS, es adentrarnos en el origen del problema y sanarlo desde la raíz.
La sanación auténtica se da cuando atendemos el origen de lo que nos pide nuestro sistema y liberamos a las partes implicadas de las cargas y creencias que las vuelven tan extremas. Solo así podemos llegar a una paz duradera.
Esta vía lleva tiempo, sobre todo cuanto más polarizadas están las partes en nuestro interior y más desconectados estamos de nuestro Ser.
Sin embargo, una vez recorrido el camino, no vuelves a pasar dos veces por el mismo sitio.
Los conflictos no se repiten como antes. Hay pequeños rebrotes, sí, pero muy atenuados. Estas partes protectoras, con sus hábitos un poco extremos, de vez en cuando aún saltan. Entonces las escuchamos y les pedimos que nos dejen espacio, que nosotros, nuestro Ser, sabe cómo resolver la situación. Si nuestras relaciones internas son lo suficientemente sanas, confían y nos dejan paso.
IFS es una práctica vital e incluso un camino espiritual. Para nosotros, en tan solo unos meses, ha resultado increíblemente transformador.
Si quieres empezar a practicar con este modelo, simplemente observa. ¿Puedes distinguir las voces que hablan en tu cabeza, qué quiere cada una?, ¿Dónde se alojan en el cuerpo?, ¿Cómo se relacionan entre sí?, ¿De qué te están protegiendo? Todas tus partes tienen una motivación positiva de fondo, incluso las que nos llevan a adicciones y comportamientos destructivos. Pregunta y te responderán.
Si haces este pequeño ejercicio, coméntanos si te apetece cuál ha sido tu resultado. Y si te ha gustado, haz clic en el corazón al final del post para ayudarnos a que llegue a más gente.
Gracias por leernos,
Andreu y Marta
PD: Como recomendamos en nuestra newsletter anterior sobre IFS, un buen libro para empezar a trabajar con este modelo es el de No hay partes malas, de Richard Schwartz. También podéis investigar en la web del Instituto IFS en España (o en las muchas páginas de IFS en inglés).
Qué interesante…me llama mucho la atención este sistema y tipo de terapia de la que habláis. Investigaré y seguiré los pasos que proponéis.
Gracias por todo lo aprendido 💛 un abrazo 🤗
no había escuchado nada antes al respecto, pero tiene todo el sentido . . me apunto el libro!