Echamos la vista atrás para descubrir lo que podría llegar a ser la agricultura si nos aliamos con la vida. Aprendiendo sobre sintropía, la tendencia de la vida a acumular energía y complejizarse cada vez más.
Antes todo esto era campo bosque.
¿Cuándo es antes? En algunos lugares, hace quinientos años, antes de la tala masiva para construir barcos y hacer la guerra. En otros, hace unos minutos, antes de quemarlo todo para crear pastizales para criar vacuno y exportar su carne al otro lado del mundo.
Pero en muchos otros, hace más de once mil años. Y esto es lo interesante. ¿Qué pasó hace once mil años?
La llegada de la agricultura y la ganadería. La tala y la quema de vastas extensiones de tierra para dejar paso a praderas desnudas y tierras de cultivo. La invención del arado, tan pintoresco, con sus bueyes uncidos tirando con fuerza para hacer surcos en la tierra y dejarla aseada y mullida para que nuestros cultivos penetren en ella sin impedimento…
Ahí es donde empezó a torcerse la cosa.
La tierra abierta por el arado quedaba expuesta al sol, que mataba a los microorganismos, y a la lluvia, que iba erosionando el suelo rico en nutrientes. Los monocultivos de cereales arrasaban con la biodiversidad, y las plagas y las enfermedades de las plantas, y de los humanos, eran cada vez más habituales y desastrosas.
¿Te suena? Es el mismo proceso que vivimos hoy, solo que ahora de forma global y urgente.
"El problema de la insostenibilidad de la agricultura es tan antiguo como la propia agricultura." (Ernst Götsch)
Cuando la fertilidad de una región se agotaba, las civilizaciones que dependían de los cultivos encontraban razones para hacer la guerra a sus vecinos y adueñarse de más tierras. Lo hicieron los egipcios, los asirios, los persas, los romanos, los pueblos germánicos, los vikingos, los cruzados, los colonizadores europeos en América…
¿Recordáis haber estudiado a las esplendorosas civilizaciones que surgieron en Oriente Medio, en el fértil valle entre los ríos Tigris y Éufrates? Sumerios, acadios, babilonios, asirios… vivieron una abundancia sin igual en lo que ahora es prácticamente tierra baldía. Los desiertos de Irak, Siria, Irán… antes no lo eran. Y el motivo no es solo climático.
También el Sáhara era verde cinco mil años atrás. Aunque no es la única razón, se sabe que el sobrepastoreo, la agricultura y la quema de bosques aceleraron la erosión del suelo. El desierto de Gobi en parte de Mongolia y China también fue verde y fértil. La región del Sahel, desde Senegal hasta Sudán. El altiplano de Loess en China. El Tibet, que nos parece que tiene unas condiciones climáticas tan duras que solo podrían sobrevivir arbustos leñosos y algunas herbáceas, hasta la llegada de los pastores unos 7000 años atrás estaba invadido de coníferas.
La agricultura y la ganadería tal y como las venimos practicando desde hace 11000 años son una "fábrica de desiertos" (Ernst Götsch).
Pero la agricultura no tiene por qué ser así. De hecho, muchos pueblos practicaban y todavía practican una agricultura completamente diferente. En la selva amazónica tenemos un ejemplo deslumbrante de cómo el ser humano no solo ha sabido convivir con la naturaleza de forma sostenible sino incluso regenerativa.
Por toda la cuenca del Amazonas encontramos la famosa "terra preta", una tierra negra compuesta de materia orgánica (restos de comida, estiércol, heces, orina) e inorgánica (cerámica, huesos, conchas, cenizas) y carbón vegetal. Alrededor de las desaparecidas ciudades-jardín hay abundancia de esta tierra altamente fértil y un gran número de especies de plantas domesticadas. La selva amazónica tiene una larga historia de manipulación humana. No negativa sino positiva. No entrópica sino sintrópica.
La agricultura convencional es entrópica: extrae los recursos del suelo, simplifica y empobrece el ecosistema. Los recientes añadidos de fertilizantes y pesticidas químicos, maquinaria pesada, cultivos modificados genéticamente, etc., no son esencialmente diferentes, simplemente aceleran esta tendencia destructiva.
La agricultura ecológica moderna solo garantiza que la producción está libre de ciertos químicos. Es un buen primer paso, pero no podemos quedarnos ahí. La agricultura que practicaban los sumerios, los egipcios y los romanos también era ecológica, y eso no impidió que degradaran sus tierras y las de los pueblos que conquistaban.
Ecológico no es suficiente. Tenemos que replantear todo nuestro sistema agricultural para que sea regenerativo.
Por suerte, contamos con los saberes indígenas. La agricultura que muchos de estos pueblos practicaban era y es sintrópica. No extrae sino que aporta, y toma solo lo que necesita. Observa los procesos naturales y los incrementa. Genera un ecosistema de abundancia que nutre al microbioma del suelo, a los insectos y a los animales, nosotros entre ellos.
Nuestra primera experiencia con la agricultura sintrópica nos petó la cabeza. Salimos de allí extasiados, alucinados, entusiasmados. Aitana y Miguel, los profesores del curso, dieron la vuelta a muchos conceptos que teníamos profundamente arraigados, entre ellos la creencia de que lo mejor que el ser humano puede hacer por la naturaleza es mantenerse alejado.
Al contrario: lo mejor que podemos hacer es involucrarnos. El ser humano tiene una función en el ecosistema, al igual que los pájaros, los insectos, las bacterias, los hongos. Si pone su inteligencia a favor de la vida, puede contribuir a generar más fertilidad y abundancia. Mucha, mucha más de la que necesita él mismo para sobrevivir.
Llevamos cinco semanas en un proyecto increíble que nos ha demostrado lo que la agricultura sintrópica es capaz de lograr.
En solo cuatro años, Jaime (@proyectodispersor) ha creado un vergel impresionante en el que se entremezclan sauces, cítricos, ricinos, chopos, pinos… con coles, acelgas, calabazas, habas, tomates… y una infinidad de especies cuyos nombres hemos desistido de intentar recordar. Y eucaliptos, muchos eucaliptos. Esa terrible especie invasora. El "enemigo número uno" de los ecologistas por su rápido crecimiento (y facilidad para arder) es aquí un recurso valioso precisamente porque crece rápido y puede podarse a menudo para aportar biomasa, alimento para el microbioma del suelo.
"Uno para el sistema, uno para mí". Seguimos a Jaime a través del huerto, apartando maíces, ricinos y matas de pimientos. Chop-chop, se escuchan sus tijeras. Corta una hoja de acelga y la suelta sobre el camino. Corta una segunda y se la guarda en el cesto. Repite este gesto varias veces. Lo que produce no es solo para él, sino para todos los animales, también y especialmente para los microscópicos. Esa hoja de acelga se descompondrá y dará de comer a infinidad de especies, que defecarán y serán alimento de otras. Así es como se construye la fertilidad.
Esto es la sintropía. Observar lo que hace la naturaleza e imitarla. La naturaleza es abundante. Si seguimos sus principios, no tenemos por qué seguir creando desiertos para alimentarnos.
Hay otra manera, más satisfactoria e inteligente y, sobre todo, más gozosa. Porque bajar a manejar las líneas agroforestales es un "tragozo". La tierra está húmeda y fresca, y cuando la abres te sorprenden las lombrices y otros animalillos que ni sabías que existían. Tampoco sabías que existía tanta variedad de cantos de pájaros. Atraídos por la abundancia de insectos, los pájaros andan siempre cerca, y nos recuerdan cómo fue la vida una vez y cómo puede volver a ser.
Si eres como éramos nosotros hace algunos años, es posible que la agricultura no te interese en absoluto. Sin embargo, esto no va de agricultura. Esto va de vivir en sintropía. En la próxima newsletter te contamos más de lo que significa y por qué nos tiene entusiasmados.
Gracias por leernos,
Marta y Andreu
PD: Si te has quedado con ganas de más, puedes leer el primer artículo que escribimos sobre el tema, cuando hicimos el curso de introducción a agricultura sintrópica en la Finca Petirrojo:
La agricultura sintrópica nos ha explotado la cabeza
Si ya la permacultura nos rompió los esquemas, la agricultura sintrópica nos los ha desintegrado por completo.
Para bien.
nunca había escuchado nada sobre este tema . . me fascina . . y se podría alimentar a todo el mundo cultivando de esta forma? . . si es así, es increíble que estemos en 2024 viviendo ajenos a esto...
Me gusta sobretodo porque combate la idea de que los humanos somos malos por naturaleza, y que deberíamos volver a una etapa donde no fuéramos extractivistas. En la actualidad tb hay magos. Muy lucidos, y didácticos, como siempre.